En la aviación hay muchas cábalas, costumbres y reglas no escritas. Quizá la más conocida se relaciona con las fotos, para algunos nunca antes de volar (como piloto) hay que dejarse retratar delante del avión; para otros dicen que jamás hay que llevar en un avión fotos de un avión accidentado o romper las mismas. También hay algunas reglas o máximas, tal como “un avión, un piloto” que se aplica especialmente en la aviación militar por la cual si un piloto pierde la vida pero la aeronave queda utilizable, la misma no debe ser empleada. En la Tercera Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, por 1982, la regla se omitió y no falló: un mismo avión se cobró la vida de dos pilotos.
Llegan los A-4Q y el “306”
Cuando por 1970 se inició la negociación con Estados Unidos para la compra de los cazabombarderos A-4Q destinados a la Aviación Naval, se solicitó una gran cantidad de cambios y modificaciones tal como la incorporación del reactor J65-W20 de mayor potencia, mejoras en los sistemas de navegación y comunicaciones, spoilers en las alas y la adopción de un nuevo modelo de asiento eyectable, el Escapac 1A-1 con capacidad cero/cero, que fue considerado como el más apto para el avión a cuenta de su futura utilización a bordo del portaaviones 25 de Mayo. Los ejemplares adquiridos correspondían a la serie A-4D-2 que registraba su primer vuelo en 1956 y que había entrado en servicio hacia fines de 1957. De ésta serie se habían construido un total de 542 ejemplares en 4 lotes, correspondiendo los ejemplares adquiridos por la Aviación Naval Argentina, a los del último lote.
En el caso puntual del “306” fue recibido en Febrero de 1972 y asignado a la Tercera Escuadrilla en Mayo de ése mismo año contando por entonces con un total de 3.480 horas de vuelo. No pasó mucho tiempo hasta que el avión registrase el primer incidente cuando el 26 de Octubre a los mandos del Teniente de Navío Carlos Ruiz, perdió repentinamente altura y se deslizó por unos segundos sobre los depósitos de combustible externos o drop tank. Si bien pudo regresar al aire y aterrizar sin problemas, los depósitos externos quedaron muy dañados. Para Junio de 1975 durante un ejercicio de reabastecimiento aéreo y configurado como avión tanque, sufrió algunos daños menores tal como la rotura y pérdida de la manguera y la canasta.
Más allá de éstos incidentes no atribuibles al avión, el mismo fue recibiendo las diversas mejoras que cuando era posible, se aplicaban al resto de la flota de A-4Q, tal como una cineametralladora Omera Segid o el sistema de navegación VLF Omega modelo Global GNS-500A. El “306” realizó varias campañas operando desde el portaaviones 25 de Mayo y fue uno de los A-4Q que participó en el Operativo Tronador en Diciembre de 1978, operando desde la base aeronaval de Río Grande durante el conflicto con Chile.
El 8 de Noviembre de 1981, en uno de sus despliegues habituales y tras realizar un aterrizaje en el portaaviones, se observa que presentaba una pérdida de combustible que lleva al personal técnico a tratar de detectar su orígen. Es así como se descubre una fisura en el larguero intermedio del ala, fisura que no sólo estaría presente en el “306” sino en otros siete A-4Q, siendo la única solución el reemplazo completo del ala. El Taller Aeronaval Central disponía de alas, pero las mismas eran de A-4B, sin spoilers como las que utilizaban los A-4Q, pero ante la necesidad de mantener los Skyhawk en servicio se decidió entonces instalarles las alas de A-4B.
Pero los A-4Q enfrentaban en breve un problema más complejo: los cartuchos de los asientos eyectables se vencían el 31 de Diciembre de ése año, y los enviados oportunamente a Estados Unidos aún no habían sido entregados y de hecho no serían entregados. Unos meses antes, en Agosto, ya se habían observado problemas en los motores cohetes de los asientos eyectables. En esa oportunidad el cable de sujeción de la cubierta del portaaviones se cortó luego de enganchar el 3-A-303 con el CC Castro Fox a los mandos. La aeronave continuó rondando por la cubierta hasta caer de la misma hacia el mar. Aunque Castro Fox había accionado la anilla de eyección, el asiento no inició su secuencia sino hasta que el avión se encontraba en el mar e invertido. Aún así y con gran cantidad de heridas Castro Fox sobrevivió.
En Enero de 1982 la Fuerza Aérea Argentina (FAA) cedió tres cartuchos de eyección pero los acontecimientos de Abril obligaron a tomar la decisión administrativa –no técnica- de prorrogar la vida útil de los cartuchos de eyección. De este modo el “306” junto a otros A-4Q tuvieron luz verde para participar en el conflicto, registrando el “306” operaciones a bordo del portaaviones 25 de Mayo entre el 28 de Abril y 9 de Mayo, fecha en que la dotación de A-4Q fue desembarcada a Espora para su posterior traslado a Río Grande, donde el 14 de Mayo comenzarían sus operaciones de combate, aunque la primera misión real no se concretaría sino hasta el 21 de Mayo.
Pero el problema de los cartuchos de eyección vencidos no había sido solucionado. Solamente el personal técnico sabía qué aeronaves tenían los cartuchos vencidos y cuales no, así ningún piloto conocía si debía volar en un avión con los cartuchos en condiciones o no. Para evitar problemas y posibles conflictos se adoptó una solución muy poco profesional pero efectiva: se sorteaban los aviones entre los pilotos, de ese modo la duda quedaba librada a la suerte.
Operaciones en San Carlos
El 21 de Mayo los ingleses inician su desembarco en San Carlos. A las 10:10 despegaron seis A-4Q desde Río Grande incluyendo el “306” que era piloteado por el Capitán de Corbeta Zubizarreta. Al no encontrar blancos en la zona prevista regresaron a la base, aterrizando a las 12:10 hrs. Por la tarde se dispone un nuevo ataque pero tanto el 301 como el 306 presentan fallas en su vital equipo de navegación pero tras algunos ajustes el inconveniente es subsanado a tiempo. A las 14:10 despegan tres 4-AQ (Philippi, Marquez y Arca) y unos 25 minutos después hacen lo propio otros tres A-4Q (Rotolo, Lecour y Sylvestre). En ésta ocasión el sorteo determinó que el “306” sea volado por el Teniente de Navío Rotolo.
La primera sección atacó la Ardent aunque luego fue interceptada por Sea Harrier, en tanto que la segunda realizó un ataque a una fragata Tipo 21. Las bombas de Rotolo no dieron en el blanco y los tres pudieron regresar a Río Grande aterrizando a las 16:30 con algunos daños menores producto de la artillería antiaérea, aunque el “306” no presentó ningún daño o novedad. Ese día Philippi y Arca debieron hacer uso de sus asientos eyectables y los mismos funcionaron con total normalidad. O fue la suerte o los cartuchos aún vencidos, respondieron correctamente.
El 22 de Mayo fueron asignados para cumplir misiones de combate los Capitanes de Corbeta Castro Fox y Zubizarreta y los Tenientes de Navío Olivera y Benítez. A Zubizarreta se le asignó el “306” según el sorteo. Una primera misión fue abortada cuando ya se iniciaba la puesta en marcha, y otra cuando los mismos se dirigían a la cabecera para despegar. En ambos casos la mala meteorología fue la causa de la suspensión de las misiones, y como no se había llegado a despegar, para el día siguiente éstos mismos pilotos y aeronaves intentarían concretar la misión.
A primeras horas del 23 de Mayo, se detecta un blanco de superficie al Este del Estrecho de Magallanes, ordenándose de inmediato el alistamiento de los cuatro A-4Q. Nuevamente en cabecera de pista se anula la misión al determinarse que el blanco era una embarcación propia. Otra vez hombres y aeronaves debieron esperar algunas horas más para realizar la misión, y en horas del mediodía tras tres intentos fallidos, finalmente se les asigna una misión sobre el Estrecho de San Carlos.
Despegaron desde Río Grande y se dirigieron al reabastecimiento aéreo, allí el TN Olivera no pudo recibir combustible y debió regresar al continente. Los tres A-4Q continuaron su vuelo hacia San Carlos y ya sobre el estrecho detectaron varios blancos e iniciaron el ataque. El CC Castro Fox atacó un buque de asalto anfibio, el TN Benitez hizo lo propio contra una fragata tipo 21 y el CC Zubizarreta atacó un tercer buque, aunque ninguna de las cuatro bombas Mk 82 Snakeye salieron por un fallo en el lanzador. Los tres A-4 iniciaron el regreso a Río
Grande aunque Castro Fox con daños en su sistema de combustible debió hacerlo a diferente altitud.
Una conocida foto donde se aprecia en el fondo el 3-A-306 y los principales pilotos de la tercera Escuadrilla Aeronaval. De izquierda a derecha, el cuarto de pie luciendo un pasamontañas, es Zubizarreta. La foto fue tomada el 20 de Mayo, el día previo al inicio de las operaciones
Las condiciones de operación en Río Grande no eran las mejores para el aterrizaje que debía realizar Zubizarreta. Fuerte viento cruzado sobre la pista, y ésta en condición húmeda y con formación de hielo. Si bien el “306” venía con muy poco combustible, una tonelada de bombas colgaba de su vientre. El toque fue normal pero el sobrepeso provocó el estallido del neumático izquierdo, hecho que generó el consecuente derrape hacia izquierda y despiste circunstancia que provoca la ruptura del parante del tren delantero. Zubizarreta consciente de que cualquier de las cuatro bombas o todas podían detonar decidió seguir el procedimiento que preveía que ante dicha situación debía proceder a eyectarse.
Al accionar la manija de eyección se inicia la secuencia. La cúpula de la cabina se desprende con normalidad, pero los cartuchos vencidos no tuvieron buena ignición precisamente por tener sus componentes químicos vencidos. Esto provocó una ignición muy pobre y escasa energía para darle al asiento la altitud y velocidad necesaria para que se completara toda la secuencia de eyección. Para entonces la proa del A-4Q estaba en posición baja debido a la rotura del tren delantero y el asiento salió expulsado con poca velocidad hacia delante y abajo sin que pudiera completarse la secuencia completa. Zubizarreta apenas logró separarse del asiento y el extractor del paracaídas recién se desplegó en ese momento. Esto provoco que el piloto cayera boca abajo sobre la pista y recibiera directamente sobre su espalda el pesado asiento eyectable. Recién entonces el paracaídas comenzó a desplegarse, aunque de modo parcial.
El abundante humo negro que emitieron los cartuchos de eyección confirmaba que los mismos estaban vencidos. Irónicamente tiempo atrás se había probado uno de los cartuchos impulsores en tierra y había respondido de modo óptimo. Tanto Castro Fox como Zubizarreta aceptaron entonces prorrogar el vencimiento de dichos cartuchos por 60 meses, que era el margen de seguridad que daba el fabricante. Lamentablemente Zubizarreta había fallecido.
Pero la guerra estaba en su momento más intenso. Reparar a corto tiempo el “306” era posible y hasta necesario. Tenía las “nuevas” alas, el sistema de navegación VLF, además de todo el sistema para funcionar como tanquero o cisterna más la cineametralladora. Los trabajos se iniciaron rápidamente a pesar del sinsabor que dejó la muerte de su piloto y para el 11 de Junio, el “306” nuevamente estaba en condiciones de vuelo. Ese día el TN Sylvestre tomó los mandos del avión para realizar un vuelo de prueba, confirmando el estado de la aeronave como óptimo. La máxima de un avión, un piloto acababa de romperse.
El “306” no registró ninguna operación de combate ya que el conflicto concluyó a los pocos días de su regreso al servicio. La escuadrilla pronto regresó a su base natural de Comandante Espora desarrollándose una actividad aérea escasa aunque se retomaron para Septiembre u Octubre las operaciones embarcadas en el 25 de Mayo para un ejercicio con la Marina de Brasil.
Dentro de la limitada actividad de la Tercera Escuadrilla, el 11 de Noviembre, el Teniente de Corbeta Roberto Loubet Jambert despegó desde Comandante Espora para realizar una misión de adiestramiento nocturna. Piloteaba el 3-A-306 y al cabo de pocos minutos de vuelo inesperadamente se precipitó a tierra dentro de los límites de la base. Aunque fue imposible determinar las causas exactas del accidente, se presumió que el mismo se originó en el fenómeno conocido como desorientación espacial que afectó al piloto, haciéndole perder el control de la aeronave. Con éste luctuoso hecho se daba una negra coincidencia, el 3-A-306 en sólo 6 meses había cobraba la vida de dos pilotos. Un hecho inédito y hasta insólito donde la conjunción de una serie de factores permitió dar orígen a ésta particular historia.
Bibliografía
Historia de la Aviación Naval Argentina (Conflicto del Atlántico Sur)
Yo fui aviador naval por Rodolfo Castro Fox
A-4Q & A-4E Skyhawk Jorge Nuñez Padin
A4skyhawk.org
Para Interdefensa
por Claudio "Growler" Caputti
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http://interdefensa.argentinaforo.net/t2452-3-a-306-un-avion-dos-pilotos
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